jueves, 14 de octubre de 2010

LA PRENSA Y LA HUELGA DE PARANÁ METAL

Los partidos políticos y la prensa en general siguen siendo la clara expresión de los intereses de clase. Que se diga en los medios de comunicación la información certera y veraz de lo que está ocurriendo en la lucha de clases es, quizás, una ilusión.
Los obreros de Paraná Metal, ubicada en Villa Constitución, quienes mantuvieron cortada una de las principales autopistas del país por 32 días, son un claro ejemplo del silencio por conveniencia, o de una escueta mención. Los medios de comunicación, al igual que lo hacen con varios conflictos más que ocurren en el país, trataban la noticia sin otorgarle, a nuestro parecer, la dimensión que verdaderamente tenia, ya que fue interrumpida una vía de transporte público, por donde la circulación es demasiada. Además, cabe mencionar que se reañizó un paro nacional lanzado por la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) para respaldar su lucha. En la provincia de Santa Fe no se dictaron clases en ningún nivel de la educación pública y en Rosario hubo una nutrida marcha por el centro.
De la parte oficialista del país, la prensa, por ejemplo 6, 7 y 8, no mencionó que la empresa metalúrgica es de Cristóbal López, testaferro del matrimonio Kirchner en sus negocios.
Quienes se ponen del lado de la oposición, con una orientación hacia la derecha, por ejemplo La Nación, diario que ya existían en la época de la Patagonia Rebelde y la Semana Trágica, si bien a la huelga le dan más importancia, para ellos no alcanza el nivel necesario como para que sea tapa de diarios. Hay que tener en cuenta también que esta huelga se produjo en Rosario, razón por la cual, tal vez, no tuvo una gran repercusión en Buenos Aires.


Fuente:   www.prtarg.com.ar/2010/10/03

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA GRAN PRENSA

Los diarios La Nación, La Prensa y La Época tenían mayor gravitación en aquéllos años.

La Nación: Sostenía opiniones conservadoras. Actuaba como centro ideológico-político de orientación de las derechas y se caracterizaba por su oposición al radicalismo. No había mostrado durante los últimos años mayores preocupaciones por la situación de los trabajadores. Recién el día 11 dedicó un extenso artículo como editorial a los sucesos, reflejando la expectación de la clase alta por el desarrollo de los acontecimientos. La idea central de la editorial era promover el reagrupamiento de todas las fuerzas opuestas a la violencia de los huelguistas. Afirma que hay que apoyar al propio gobierno para impedir el triunfo de la “subversión”. La consigna del diario conservador era: Unidad amplia contra la protesta obrera.  Finalizada la huelga La Nación dedicó varios editoriales al análisis de las causas de las huelgas. Estaban dirigidos a demostrar que la causa principal de los conflictos obreros está en la acción de los agitadores. La preocupación central de La Nación era la idea de que el problema principal residía en impedir que los agitadores extranjeros tomasen contacto con los trabajadores extranjeros radicados en el país. En ellos veía tanto la vinculación internacional de las huelgas obreras como el hecho de que estos propagandistas, al ser revolucionarios profesionales, nada tenían que perder y, en consecuencia, eran sumamente decididos para dirigir las luchas sociales.
La Nación expresó su concepción del papel que le correspondía al Estado frente a las huelgas. Partiendo de su tesitura liberal ortodoxa, se oponía naturalmente a que el Estado interviniese como parte en el proceso económico fijando montos de salarios, honorarios de trabajo, etc.; esto era infringir las “leyes” económicas del mercado. Pero justificaba totalmente que el Estado actuase como factor de coerción sobre los huelguistas.

La Prensa: a diferencia de La Nación, se guiaba por ideas que abordaban los problemas sociales desde un ángulo modernizador. Era el único gran diario que había manifestado simpatías por el radicalismo y por las alternativas más avanzadas del conservadorismo.
Analizó el fenómeno huelguístico de una manera distinta que La Nación. Así, el editorial del día 11 de enero, titulado “El orden, necesidad suprema”, acusaba al gobierno de haber prometido sin cumplir, alentando así el accionar de los trabajadores. Mientras grupos como “los Defensores del Orden” (Liga Patriótica) se dedicaban al bandidaje organizado, este diario, con suma lucidez, exigía implantar el orden pero sin reducir toda la cuestión a la pura violencia.
La Prensa, creía, que la Argentina era un país en condiciones de absorber las reclamaciones moderadas de los trabajadores; la estructura social del país, a diferencia de otros países, era permeable a tales cambios.
Este diario reconocía la importancia decisiva de la violencia contra los huelguistas. El día 12, se  manifestó abiertamente a favor de la violencia estatal. Los acontecimientos del día 11 habían subordinado cualquier argumentación de tipo moderado al problema vital de ahogar la huelga por medio de la acción del Estado. El diario publicó un editorial, era un llamado a la represión más violenta contra los huelguistas; era un llamado a la acción, una crítica al gobierno por utilizar las tropas solo en caso de suma gravedad, y era un apoyo a las exigencias de los llamados “Defensores del Orden”.
La premisa era clara: un movimiento obrero reformista era lo único que la “sociedad argentina” podía aceptar. Pero para que esto ocurriese era necesario articular una política entre el Estado y los patrones que permitiese erradicar socialmente a los elementos subversivos.
La Prensa separaba cuidadosamente 2 aspectos. Por un lado, el origen nacional de los inmigrantes, por otro las ideas políticas de cada uno de ellos. Y afirmaba que: “las prohibiciones deben dirigirse contra los individuos y no contra nacionalidades, razas, a menos que estas hayan demostrado una invencible inaptitud de asimilación”.